“Poner los cuernos” o “poner los cachos” es cuando en una relación de pareja uno de los integrantes tiene relaciones sexuales fuera de esa relación. En una relación de pareja tradicional una situación como ésta es poco más que una tragedia, es una traición, un abuso, una violencia doméstica y más.
En el mundo swinger es un placer. ¿Por qué? ¿Cómo es posible? ¿En qué cabeza cabe tal aberración?
Poner los cuernos en el mundo swinger deja de ser una tragedia, una traición, un abuso o violencia doméstica para convertirse en un placer siempre y cuando haya mutuo consentimiento. Pero sobre todo hay que dejar atrás la idea de que al tener relaciones sexuales con otras personas además de con la pareja, se está poniendo el cuerno.
En el mundo swinger poner el cuerno deja de concebirse como tal. Puesto que hay un mutuo consentimiento, nadie está traicionando a nadie, ni abusando de la confianza de nadie, ni engañando a nadie.
Si han llegado al mutuo consentimiento de convertirse en swinger pero aún no superan la etapa de los celos por ejemplo, reconsideren y sigan hablando.
Sufrir celos o angustia porque la pareja acaricie, abrace, bese, penetre o sea penetrada por alguien más, puede ser un estímulo para valorarla y la próxima vez hacerle el amor pasional y desenfrenadamente, pero también puede ser un infierno de emociones negativas que lleve a consumir su relación si no las hablan y superan.
Para alcanzar ese mutuo consentimiento hay que hablar, tener comunicación de pareja, establecer preferencias, libertades y limitaciones, hablar otra vez y otra, las veces que sean necesarias hasta que de verdad aquello que se conoce como “poner los cuernos”, sea un placer y no un dolor.
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