El esposo cornudo ha dejado de ser el hazmereír del pueblo que era en sus inicios -allá en la antigua Inglaterra- para dar paso a una concepción del término renovada y liberada de prejuicios anticuados.
En primer lugar, el esposo lo sabe. Está al tanto de las infidelidades de su mujer, que además son continuas y públicas.
En segundo lugar, es él quien la anima a dar rienda suelta a la yegua en perpetuo celo que ella lleva encerrada entre sus piernas.
El Cuckold mismo busca los garañones más potentes, de preferencia de buen tamaño, maduros y jugosos que hagan a la Hotwife pedir más.
Y por si lo anterior fuera poco, él sólo ve, se entera por fotos y/o vídeos, incluso a veces garantiza su castidad portando una jaula de castigo y en situaciones extremas acepta que su esposa quede embarazada y tenga hijos de otro/s hombre/s.
Algunos Cuckold radicales incluso lamen el semen del bull directamente de los labios vaginales de la esposa. Otros también se dejan embestir analmente por el bull y visten lencería femenina. El abanico de prácticas es tan diverso como las parejas prefieran.
Dicen los expertos que lo atractivo de buscar ponerse ellos mismos en este tipo de escenarios es la humillación, pero actualmente la práctica de la mayoría de las parejas cuckold no está bañada de vergüenza, al contrario.
Otras teorías afirman que no es la humillación lo que hace atractiva a esta práctica sino la sensación de competencia que surge cuando un macho más potente satisface a la esposa, generando así el cuckold una buena erección y volumen seminal que algunas parejas disfrutan después que el bull se ha ido.
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