De entre las ideas y valores que vienen incluidas en el estilo de vida swinger, tal vez ésta es la que más cuesta comprender cuando nuestras cabecitas han sido moldeadas para pensar bajo estándares machistas, religiosos y/o inamovibles.
Que un esposo cornudo sea feliz porque su esposa mantiene relaciones sexuales con otros hombres -generalmente mejor dotados que el esposo- es inconcebible para las personas ajenas al mundo swinger.
¿Cómo puede un hombre permitir tal falta de respeto?
¿Qué tipo de esposa humillaría así a su esposo?
¿Esta situación es una enfermedad sexual/mental?
¿Ser feliz porque tu esposa te pone el cuerno es una perversión?
Ni es una falta de respeto, ni una humillación propiamente, tampoco una enfermedad o una perversión… es una preferencia sexual.
Se sabe que la monogamia no es natural ni existe en ninguna especie de vida terrestre (si así fuera no habríamos podido evolucionar), a partir de este hecho científico tampoco podemos asegurar que la sexualidad sigue un patrón específico. La sexualidad de las personas adultas es diversa. Lo que prende a unos/as puede ser desagradable a otros/as. Nada es “natural/normal” pues. Y nada es más constante en el universo que el cambio. No podemos pedirle a la sexualidad humana comportarse de una sola forma. Eso sería lo antinatural.
En esa diversidad, la práctica cuckold es una de las que más levantan cejas porque en nuestras creencias tradicionales tenemos asociado “poner los cuernos” con tragedia, traición, infidelidad, insatisfacción y otros conceptos negativos. Sobre todo prevalece el juicio social sobre la mujer que pone el cuerno. Si el hombre lo pone, es natural, pero cuando la mujer lo pone, ella es puta y él queda como tonto.
La práctica cuckold sin embargo demuestra lo contrario. El esposo es inmensamente feliz cuando su esposa es penetrada con lujuria, pasión y desenfreno por miembros viriles más grandes que el suyo. El cornudo siente placer absteniéndose sexualmente. Ella puede gozar de 9 hombres en una noche, pero él no puede ni mirar a otra mujer, él no quiere mirar a nadie más. Aún con el pene enjaulado y dolorido, el esposo no quiere perder de vista cada embiste a su hotwife.
La hotwife es una mujer empoderada sexualmente, no sólo porque decide con quién, cuántos, cómo y cuándo, sobre todo porque le toca experimentar sexualmente sin medida. Puede tener uno o varios orgasmos, coger por horas, ser la protagonista única del clímax en un encuentro, etc. El placer de la hotwife es generalmente el único de objetivo en la cabeza de su esposo y el otro hombre u hombres que participen (corneadores). Ella es una diosa sexual adorada, venerada y respetada por hombres (obvio) y por mujeres (¡incluso!).
Una hotwife es fuerte y un cuckold es feliz haciéndola más fuerte. Sin embargo la psicología tradicional se ha hecho teorías al respecto que minimizan el asunto a el placer de ser humillado/a. Lo cual no es una norma tampoco. Hay personas en dinámicas como ésta que no están pensando en humillarse sino en buscar el placer y satisfacción de su pareja por el medio que sea necesario. Y lograr eso les da placer.
¿Cuál perversión entonces?
Si quieren saber más de éste y otros temas, háganos saber en info@swingliving.com